El jueves pasado sesionó en Nueva York el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. La reunión fue presidida por Antonio Guterresel Secretario General. Hasta aquí no aparecen demasiadas novedades salvo por un detalle esencial: la sesión del Consejo no tenía esta vez en agenda discutir puntualmente sanciones a Rusia por la invasión a Ucrania o alguna otra emergencia en el mundo. : la explosión repentina de una suerte de epidemia del hambre en el globo.
Está claro que el proceso tiene ahora un antecedente directo que es la guerra por la invasión de Rusia, pero las consecuencias ya se están confirmando como devastadoras. Lo supo siempre Vladimir Putin al decidir iniciar una guerra sangrienta propia del si Y también lo enten dió rápidamente el ucraniano Volodímir Zelenski cuando ordenó no parar la producción granaria de su país a cualquier costo. El rol de ambos países en el sistema de alimentación mundial surge exhibite en cuanto se analizan los números: es Argentina y su gobierno los a que no lo entienden, mucho menos , y qué rol le cabe al país si quiere jugar dentro del mundo en el futuro.
Guterres explicó sin anestesia en la reunión del Consejo de Seguridad que casi el 60% de la población desnutrida del mundo vive en zonas afectadas por conflictos. El debate sobre conflictos y seguridad alimentaria había sido convocado por Estados Unidos. ONU allí hasta puede considerarse llena de sentido práctico mas allá de lo humano: “Alimentar a los hambrientos significa invertir en paz y seguridad”.
Vale la pena bucear en los números que The Economist mostró esta semana para entender el alerta que se lanzó des de la ONU. Rusia y Ucrania son dos de los mayores productores de granos del mundo. Juntos proveen el 29% del trigo global, 29% de la cebada, 15% del maíz y 75% del aceite de girasol. Ambos países juntos proveen el 50% de todos los granos que consume Medio Oriente. En otra visión: 12% de las calorías que consume el mundo salen de allí. Y buena parte de esa producción que dó frenada cuando Moscú ordenó bloque ar el puerto de Odessa. Argentina, para entender el problema, juega en el club de exportadores mundiales y de ahí que debería interesarle más la oportunidad.
La crisis, creen todos, se pondrá peor y los alimentos serán cada vez más escasos. Esto es lo que dice Naciones Unidas y la realidad le da la razón. Argentina optó hasta ahora por otro camino. Tanto el ala albertista como la cristinista del gobierno siguen insistiendo en la política de complicar la producción de granos y subir retenciones como herramienta para cuidar “la mesa de los Argentinos”, un concepto que la realidad de los precios Para colmo esa línea de razonamiento ideológico tuvo la semana pasada una impensable ayuda internacional: India decidió suspender sus exportaciones de trigo para protegerse de la suba internacional de precios producto de la guerra, casi un argumento kirchnerista, podr de ambos países son bien distintas.
India tiene hoy temor a. no poder alimentar a su población, estimada de 1400 millones de habitantes. No está claro ya si supera a China o no. Como exportador de trigo está casi 50% por debajo de la Argentina en volumen y no está considerado un proveedor esencial de cereales y sus subproductos al mundo, como sí lo es Argentina. Nosotros, además, podremos discutir sobre el impacto de la guerra en los precios de la alimentación, más allá de la inflación galopante que nos domina y a la invasión a Ucrania. Resulta complejo tener que aclarar esto último en una nota, pero quizás hace falta a la luz del relato actual del gobierno. El mismo relato que obvia el carácter de exportador neto de alimentos del un país como el está perdiendo la oportunidad de ser parte de la solución al problema que planteó esta semana la ONU y hasta aprovecharlo comercialmente.
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